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19 mayo 2019

EXISTENCIA DE DIOS

DIOS:  LA EXISTENCIA SUPREMA, CAUSA PRIMERA DE TODAS LAS COSAS.

La Tesis Spinociana de la imposibilidad del milagro en cuanto violación del Orden Natural ha venido a comprobarse en sus demostraciones…

Lo sobrenatural no existe si no es para la ignorancia humana de Las Leyes Naturales, visto que el Universo constituye un sistema único y todas sus partes encajan en la Gran Estructura.

Para Spinoza...es Dios la sustancia infinita; para Allan Kardec es la inteligencia infinita… sigue indicando equivocados que confundieron la sustancia Spinociana con el Universo así también se engañan los que confunden la inteligencia infinita con el hombre finito, y la religión espírita con formalismos religiosos.

 

LOS ATRIBUTOS DE DIOS NO SE CONFUNDEN CON LOS PRECARIOS ATRIBUTOS HUMANOS

 El es eterno, inmutable, inmaterial, único, todopoderoso, soberanamente justo y bueno.

 

NO SE CONFUNDE DIOS CON EL UNIVERSO; PUESTO QUE ES CREADOR Y MANTENEDOR DE ÉSTE.

Sin embargo, cuando se trata de la Justicia de Dios veremos a Allan Kardec empleando una terminología antropomórfica, en que habla de penas y recompensas, y que ha dado hincapié para que se afirme que el DIOS ESPÍRITA es similar al de las religiones.

 ¿Puede el hombre conocer la naturaleza íntima de Dios?  NO.

 Le falta al hombre, un sentido para ello, y la explicación de Allan Kardec al respecto, la encontramos en la respuesta de que los atributos de Dios a que antes nos referíamos, son tan sólo una interpretación humana, aquello que el hombre en su actual estadio de evolución puede concebir  en lo que atañe a DIOS .

Por tanto Allan Kardec se vale, para tratar acerca de DIOS, del lenguaje que podemos emplear, de una manera, que resulte comprensible. No es que esté humanizando a DIOS sino que lo pone al alcance del entendimiento humano.

 

LA NATURALEZA SUPREMA DE DIOS, EN CUANTO INTELIGENCIA INFINITA Y CAUSA PRIMERA, ES SIEMPRE PRESERVADA.

Lo comprobamos en todo en el Capítulo I y en otros muchos  pasajes de "El libro de los Espíritus" en cuanto al panteísmo, toda confusión entre Creador y Creación ha sido descartada. El Dios Espírita no es antropomorfo, pero tampoco es panteísta; por lo demás, los Espíritus Superiores rechazan el camino a las especulaciones ilusorias e imaginativas sobre la naturaleza de Dios.

Visto que falta al hombre comprender a DIOS, en vano será intentar su definición mediante hipótesis ingenuas y audaces. En el párrafo 14 del Capítulo I del LE, al establecerse un principio que define la manera absoluta la posición del Espiritismo frente al problema, separándolo definitivamente de todas las Escuelas de Teología especulativa o de ocultismo, de cualquier especie que fueren. Transcribimos el fragmento DIOS EXISTE, y no podéis dudar de ello. Ésto es lo esencial. No podéis meteros en un laberinto del que no podéis salir. Creíais saber y en rigor de verdad  nada sabéis. Así pues dejad  a un lado todos esos sistemas. Bastantes cosas tenéis que os tocan más directamente, empezando por vosotros mismos. Estudiad vuestras imperfecciones a fin de desembarazaros de ellas; ésto os resultará más útil que querer penetrar lo impenetrable.

 

DIOS COMO INTELIGENCIA INFINITA ES LO QUE ES.

No ofrece especulaciones ociosas ó definiciones imaginativas.

El Ser Humano  debe mantenerse dentro de los límites de sí mismo, preocuparse por sus imperfecciones, mejorar…

Le basta saber que Dios existe y que es justo y bueno. “Por la obra se conoce al obrero” y la Naturaleza misma atestigua la existencia de Dios, su propia conciencia le está diciendo que Dios existe y La Ley General de la Evolución comprueba su Justicia y Bondad. Afirmaba Descartes que Dios está en la conciencia como la marca del obrero en su obra. Los Espíritus Superiores confirman ese principio, pero van más allá, mostrando que la marca del obrero se encuentra en todas las cosas, en la Naturaleza entera. La negación de Dios es, para el Espiritismo, como la negación del Sol. El ateo, el descreído, no es un condenado, un pecador irremisible, sino un ciego cuyos ojos pueden ser abiertos, y en verdad lo serán... Dios es necesariamente existente, según el principio cartesiano. Nada puede entenderse sin Dios. 

 

ÉL CONSTITUYE EL CENTRO Y LA RAZÓN DE TODO CUANTO EXISTE

Sacar a Dios del Universo sería como eliminar al Sol de nuestro sistema planetario: Un simple absurdo.

El Dios Espírita se parece al aristotélico por su poder de atracción, pero se aleja de él en cuanto a la indiferencia con respecto al Cosmos, porque Dios es Providencia y Amor, es el Creador y Padre de todo y de todos.

 El Universo se define en una tríada similar a las tríadas druídicas: Dios, espiritu y materia. Lo vemos en el parágrafo 27, cuando Kardec pregunta si existen dos elementos generales: el espíritu y la materia, y los Espíritus responden: “Sí, y por encima de todo ello está Dios, el Creador y Padre de todo. Esas tres cosas constituyen el principio de cuanto existe; la trinidad universal” su lado fluídico, que desempeña, que desempeña el papel de intermediario entre el plano espiritual y el propiamente material.

(Teniendo la comprensión que el fluido universal que llevamos en nuestra materia es el intermediario entre lo espiritual y lo material).

Allan Kardec pregunta a los Espíritus Superiores:

¿Cómo interpretar el pasaje bíblico según el cual Él creó al hombre a su imagen y semejanza?

La explicación se provee en la pregunta 88, cuando Kardec cuestiona sobre la forma del Espíritu, no de aquel que aún se halla revestido de su cuerpo espiritual o periespíritu, sino del Espíritu puro.*

*(entendemos, tal como afirma con claridad la respuesta del parágrafo 186 de éste libro, que el periespíritu acompaña permanentemente al Espíritu. -Nota de la Editora-)

Allan Kardec pregunta a los Espíritus Superiores:

“¿Tienen los Espíritus una forma determinada, limitada y constante?

"Para vosotros no pero para nosotros sí. Esa forma es, una llama, un fulgor ó una chispa etérea.”

 SEGÚN SE ADVERTIRÁ, EL HOMBRE EN SU ESENCIA  (Sólo en aquello en que puede parecerse a Dios) NO ES UN ANIMAL DE CARNE Y  HUESO , NI INCLUSO UNA FORMA HUMANA EN CUERPO ESPIRITUAL, SINO UNA CHISPA ETÉREA. ASÍ LO HIZO DIOS A SU IMAGEN Y SEMEJANZA.

 

 Es El Libro de Los Espíritus el que ingresa en el controvertido terreno del destino del hombre.

El Ser Humano tiene concepción deísta del Universo esto es, necesariamente, teología. Todo avanza hacia DIOS, desde el átomo hasta el arcángel, como vimos en el parágrafo 540, y al frente de esa marcha, en el plano terrenal, se encuentra el Ser Humano. Lo vemos en una escala evolutiva, así en la Tierra como en el Espacio: desde el débil mental hasta el sabio, desde el criminal hasta el Santo.

La escala Espírita que se inicia en el parágrafo 100,  esa escala es como la de Jacob que va de la tierra hasta el Cielo. ”La Progresión de Espíritus” en el parágrafo 114, nos muestra la necesidad del esfuerzo personal para que el Espíritu se realice a sí mismo, revelándonos a la par el papel de la Providencia, siempre Amorosamente dirigida hacia las criaturas humanas. En el estudio sobre los Ángeles y demonios” en el parágrafo 128, nos encontramos con un debate teórico sobre pasajes evangélicos. El problema de La Justicia de Dios es solucionado a la Luz de las Enseñanzas de Cristo, en su sentido auténtico.

El Libro de los Espíritus trata acerca de la encarnación de los Espíritus y la finalidad de la vida terrena.

El Blasón del Universo tiene la divisa: Unidad y Variedad. Ascendiendo por la escala de los mundos se encuentra la unidad de armonía y de la creación, al propio tiempo que una variedad infinita en ese inmenso campo de estrellas. Recorriendo los escalones de la Vida, desde el último de los seres hasta Dios, la gran Ley de Continuidad se contenta manifiestamente; y considerando las fuerzas en sí mismas, se puede formar una serie, cuya resultante, confundiéndose con la generatriz, es La Ley Universal.

Vosotros no sabríais apreciar ésta Ley en toda su extensión, puesto que las fuerzas que presentan en el campo de las observaciones son muy limitadas.

Sin embargo, la gravitación y la electricidad puede considerarse como una ampliación de La Ley Primordial que reina en Los Cielos.

Todas éstas fuerzas son eternas -ya explicaremos ésta palabra- y universales como La Creación; por ser inherentes al fluido cósmico obran necesariamente en todo y donde quiera, modificando su acción , por su simultaneidad o su sucesión predominando aquí moderándose allí, potentes y activas en ciertos puntos, latentes en otros, más en fin de cuentas preparando, dirigiendo, conservando y destruyendo los mundos en sus diversos períodos de vida, gobernando los trabajos maravillosos de la naturaleza en cualquier parte en que se realicen y asegurando para siempre el eterno esplendor de la Creación.

 

LA CREACIÓN PRIMERA

Después de haber considerado el universo desde los puntos de vista generales de su composición, de sus Leyes y de sus propiedades, podemos dirigir nuestros estudios al modo de su formación, que dio nacimiento a los mundos y a los seres; descubriendo luego a la creación de la Tierra en particular y a su estado actual en la universalidad de las cosas, y después tomando éste globo terrestre por punto de partida y por unidad relativa, procederemos a nuestros estudios planetarios y siderales, si nos hemos familiarizado con la idea de que el tiempo es una medida relativa de la sucesión de las cosas transitorias, y que la eternidad es esencialmente una, inmóvil y permanente, y no es susceptible de medida desde el punto de vista de la duración, comprenderemos que para ella no hay principio ni fin.

Por otra parte, si nos formamos una idea justa de la infinitud del poder divino, comprenderemos cómo es posible que el Universo haya sido y sea posible. Desde el momento en que Dios Existió, sus perfecciones eternas hablaron.

ANTES QUE LOS TIEMPOS FUESEN, LA ETERNIDAD INCONMENSURABLE RECIBIÓ LA PALABRA DIVINA Y FECUNDÓ EL ESPACIO, ETERNO  COMO ELLA.

Siendo Dios por su naturaleza de toda eternidad, ha creado de toda eternidad, y no podría ser de otra manera: porque a cualquier época por lejana que sea, a que nos remontemos con la imaginación, siempre del lado de allá encontraremos la eternidad, una eternidad durante la cual las divinas esencias (las divinas hipóstasis -consideración de lo abstracto como algo real-), las voliciones infinitas, hubiesen estado sepultadas en un letargo mudo e inactivo, una eternidad de muerte aparente para el Padre Eterno, que da la vida a los seres, de mutismo indiferente para el verbo que los gobierna, de esterilidad fría y egoísta para el Espíritu de amor y de vivificación. ¡Comprendamos mejor la grandeza del Ser Absoluto!

 

DIOS ES EL SOL DE LOS SERES y la Luz del Mundo.

Más la aparición del sol da instantáneamente torrentes de luz que van esparciéndose por todas partes en la extensión. Pues del mismo modo el universo, nacido del Eterno, data de los períodos inimaginables de lo infinito de la duración, del FIAT LUX DEL PRINCIPIO. 

 El principio absoluto de las cosas remonta, pues, hasta Dios: sus apariciones sucesivas en el dominio de la existencia constituyen el orden de la creación perpetua.

¡Qué inmortal podría decir las magníficas desconocidas y soberbiamente veladas bajo la noche de las edades, que se desarrollaron en aquellos tiempos antiguos en que ninguna de las maravillas del Universo actual existían, en aquella época primitiva en que, habiéndose hecho oír la Voz del Señor, los materialistas que debían en lo futuro reunirse simétricamente y por sí mismos para formar El Templo de La Naturaleza, se encontraron de repente en el seno de los vacíos infinitos; cuando a esa voz misteriosa que toda criatura venera y ama como la de una madre, se produjeron notas armoniosas concertadas para ir a vibrar juntas y modular el concierto de los vastos cielos!

 El mundo en su nacimiento no fue creado en su virilidad y en su plenitud de vida. No: El poder creador no se contradice nunca y, como todas las cosas, el Universo nació niño impregnado de las Leyes más arriba mencionadas, y del impulso inicial inherente a su formación misma, la materia cósmica primitiva dio nacimiento a torbellinos y aglomeraciones de éste fluido difuso; a aglomeraciones de materia nebulosa, que se dividieron por sí mismo y se modificaron hasta lo infinito, para formar en las regiones inconmensurables de la extensión diversos centros de creaciones simultáneas o sucesivas.

 En relación de las fuerzas que predominaron en uno u otro y de las circunstancias ulteriores que presidieron a su desarrollo, éstos centros primitivos se hicieron focos de una vida especial: los unos menos diseminados en el espacio y más ricos en principios y fuerzas, iniciaron de inmediato su vida astral propia: los otros, ocuparon una extensión limitada, no se condensaron sino con extrema lentitud o se dividieron en centros secundarios.

 Refiriéndonos a algunos millones de siglos antes de la época actual, nuestra Tierra no existía; nuestro Sistema Solar no había empezado aún las evoluciones de la Vida Planetaria y, sin embargo, ya esplendentes soles iluminaban el éter, ya planetas habitados dan vida a una multitud de seres que nos han precedido en la carretera humana; las producciones opulentas de una naturaleza desconocida y los fenómenos maravillosos del cielo despliegan bajo otras miradas los cuadros de la inmensa creación.

¡Ya no existen los esplendores que en otro tiempo hicieron palpitar el corazón de otros inmortales e impulsos del pensamiento del poder infinito. Y, nosotros seres diminutos que venimos después de una eternidad de vida, nos creemos contemporáneos de la Creación!

 Comprendamos mejor la naturaleza, vuelvo a decir. Sepamos que la eternidad está detrás y delante de nosotros: Que el Espacio es el Teatro de una sucesión y simultaneidad inimaginables de creaciones. Tales nebulosas que distinguimos apenas en las profundidades de los cielos son aglomeraciones de soles en vías de formación: Tal vez otras, son vías lácteas de mundos habitados, y otras, en fin, teatros de catástrofes inmensas y de decadencia. Sepamos que así como estamos en medio de una infinidad de mundos, del mismo modo estamos en medio de una infinidad de duraciones anteriores y ulteriores que la creación universal no es para nosotros, y que debemos reservar ésta palabra a la formación aislada de nuestros diminutos glóbulos.

LA  CREACIÓN  UNIVERSAL

Después de haber subido, en cuanto es dado  a nuestra debilidad, hacia el origen oculto de donde manan los mundos, como las gotas de agua de un caudaloso río consideremos la marcha de las creaciones sucesivas y sus evoluciones seriales.

La materia cósmica primitiva contenía los elementos materiales, fluídos y vitales de todos los Universos que despliegan sus manifestaciones magníficas ante la eternidad: Ella es la madre fecunda de todas las cosas, la primitiva abuela y lo que es más, la generatriz eterna. No ha desaparecido esa substancia de que proceden las esferas siderales; no ha muerto ese poder, porque aún está dando incesantemente los elementos reconstituídos de los mundos que se van borrando del libro eterno.

La materia eterna más o menos rarificada que desciende entre los espacios interplanetarios; ese fluido cósmico que llena el mundo, más o menos rarificado en las regiones inmensas, ricas en aglomeraciones de estrellas, más ó menos condensado allí donde el cielo astral no brilla aún; más o menos modificado por diversas combinaciones según las localidades de la extensión, no es otra cosa que la substancia primitiva en quien residen las fuerzas universales de que la naturaleza ha sacado todas las cosas (1)

(1) Si se preguntara, cuál es el principio de éstas fuerzas y cómo, puede existir en la substancia misma que lo produce, responderíamos que la mecánica nos ofrece muchos ejemplos. La elasticidad que hacen aflorar un resorte ¿No está en el resorte mismo y no depende del modo de la agregación de las moléculas? El cuerpo que obedece a la fuerza centrífuga recibe su impulsión del movimiento que le fue comunicado.   

Conviene, para comprender lo que sigue, llenarnos bien de esta unión, a saber: que la materia cósmica primitiva está revestida , no sólo de las leyes que  las condiciones aseguran la estabilidad de los mundos, sino del principio vital universal que forma generaciones espontáneas en cada mundo a medida que se manifiestan las condiciones de la existencia sucesiva de los seres, y cuando es llegada la hora de la aparición de los hijos de la vida durante el período creador.

Se dice  que las operaciones de la naturaleza son producto de la Voluntad Divina. Dios ha creado siempre, crea sin cesar y seguirá creando… in aeternum.

A los que se sienten religiosamente deseosos de saber y que son humildes ante Dios, les diré suplicándoles que no vayan a formar por sí mismos prematuramente un sistema por lo que yo les diga:

El Espíritu no llega a recibir la iluminación divina que le da, al mismo tiempo que el libre albedrío y la conciencia, el conocimiento de sus altos destinos , sin haber pasado por la obra de su individualidad. A partir de ese día es cuando el Señor imprime en su frente su augusto tipo y toma puesto el Espíritu entre las humanidades.

Los planetas formados de materia condensada pero no solidificada, desprendida de la masa central por la acción de la fuerza centrífuga toman en virtud de las Leyes del Movimiento, la forma esferoidal más o menos elíptica, según el grado de fluidez que han conservado.

Uno de estos planetas será la Tierra, que antes de enfriarse y cubrirse de una costra sólida; dará nacimiento a la Luna por el mismo modo de formación astral a que debe ella su existencia; y en lo sucesivo, inscrita en el Libro de La Vida, dará nacimiento a criaturas cuya debilidad será protegida por las alas de la Providencia, cuerda nueva del arpa infinita que debe vibrar en su lugar propio en el concierto universal de los mundos.

 

 ALLAN  KARDEC ("El Libro de los Espíritus", "La Génesis".)

 

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